Desde que
los partidos políticos se adjudicaron el derecho de opinar y decidir en todo, a
través de “sus representantes” en las Cámaras federales y en los congresos
locales, así como en los ayuntamientos, los programas y acciones de gobierno sufrieron
un grave retroceso hasta llegar en ocasiones a la parálisis total.
Por donde
quiera que se mire, ya sea en el ámbito federal, estatal o municipal, existen a
la fecha agendas pendientes, cuyo desahogo es urgente, pero que no han podido
avanzar debido a la politización de que han sido objeto por parte de los
partidos y de grupos de poder: reformas estructurales, proyectos de agua y de
transporte, presas, puentes, carreteras y escuelas son apenas unos cuantos
ejemplos de obras y acciones de gobierno suspendidas por conflictos políticos.
Y si a esto
agregamos que los medios de comunicación alientan y hasta celebran opiniones de
gente que ni conoce los temas ni les interesan siquiera, sino que participan en
cualquier discusión por el mero afán de protagonismo o por intereses de grupo,
el resultado para la sociedad es desastroso, porque si hay inconformidad dizque popular, y
peor aún si se interponen procedimientos legales en contra de tal o cual
acción, lo primero que hace la autoridad es suspender o congelar obras e iniciativas.
En el primer
párrafo de este artículo entrecomillé “sus representantes”, refiriéndome a los
diputados, senadores y regidores de los diversos partidos políticos, porque
éstos, desde el momento en que son electos en las urnas, no representan a los
partidos en que militan, sino al pueblo, y por lo tanto no tienen por qué ser
incondicionales de partidos, sino de los ciudadanos en general. Éste es el
sentido de la verdadera democracia.
En tales
circunstancias es necesario abrir en México, y en Jalisco en particular, una
nueva etapa en el sistema de gobierno en que sean los técnicos, los expertos,
los verdaderos conocedores de cada tema quienes presenten alternativas de
solución, y que sean los gobernantes quienes a la vista de estas propuestas
decidan lo que deba hacerse, sin pasar por discusiones estériles de políticos y
pseudolíderes que sólo llevan agua a su molino.
El hecho es
que hay quienes se han pasado la vida –ejemplos sobran-- oponiéndose de manera sistemática
a cualquier proyecto de gobierno, sin haber presentado ante la autoridad
correspondiente ni una sola alternativa de solución a los problemas que tanto
“les preocupan”.
Que opinen
los expertos y que decidan los gobernantes no quiere decir que los ciudadanos en
general deban mantenerse al margen, por lo contrario, hay que impulsar al mismo
tiempo la participación ciudadana en todos los asuntos públicos, a través de
los diversos organismos que existen como el Cesjal (Consejo Económico y Social
de Jalisco) y de otros que pueden crearse
y promoverse, pero ¡por favor!, que políticos y falsos líderes dejen ya de
estorbar. Mucho ayuda el que no estorba, dice el conocido refrán.
Artículo publicado en la edición de
agosto/2012 de la revista Portada de México.
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