Diagrama de una red social (Wikipedia).
Para llegar
a conclusiones válidas sobre el uso responsable de las redes
sociales, permítaseme empezar por el orden siguiente: Los seres humanos somos
gregarios por naturaleza, vivimos en sociedad para satisfacer más fácilmente nuestras
necesidades materiales y espirituales, y por este motivo, el intercambio de
pensamientos es vital.
El principal
vínculo que relaciona a la gente entre sí es el lenguaje. La sociedad se funda
en la comunicación, esencial para sobrevivir; lo contrario, que es el
aislamiento, se considera anormal.
La forma de
comunicar las ideas ha variado con el tiempo: primero fue el lenguaje oral en
las sociedades primitivas. Más tarde, con el alfabeto, surgió el lenguaje
escrito, mediante el cual se ampliaron considerablemente las posibilidades de
comunicación social, sobre todo al inventarse la imprenta.
Con la revolución
tecnológica alcanzamos la cultura de masas, y al aparecer la comunicación
electrónica, que trasciende la vida privada y los nacionalismos, se ha
modificado el esquema tradicional de transmisor-receptor de la comunicación,
para llegar a la retroalimentación inmediata en que el transmisor se convierte
a la vez en receptor y viciversa.
La era del soliloquio ha terminado
En otras
palabras, entramos a la era del diálogo, que es lo contrario al soliloquio. Los
tiempos en que alguien monopolizaba la transmisión y otro se resignaba sólo a
recibirla, han terminado. La interacción social, el intercambio dinámico entre
personas, llegó para quedarse. Hoy cualquiera puede convertirse en emisor y
producir sus propios contenidos.
En este
contexto surgen las redes sociales como Facebook, Twitter, Linkedin y otras.
Compartir ideas, gustos y preferencias en una red social ya no es simple
diversión, sino una necesidad de mantenerse actualizado y presente socialmente.
Todavía no hay mucho escrito sobre el sentido de responsabilidad social en las
redes; de hecho, todos estamos aprendiendo a usarlas. Sin embargo, en vista del
mal uso que se ha venido dando a las mismas, en perjuicio no sólo de la
sociedad y de los receptores, sino de los propios emisores, que exponen con
ello su imagen personal, su libertad y seguridad, conviene recordar los
principios fundamentales de una buena comunicación:
Respeto, correspondencia y pruebas
No porque
cambien las formas de comunicar, hemos de cambiar los principios éticos de la
información; la técnica se modifica, la ética permanece. Y para hacer un buen
uso de las redes sociales en beneficio del emisor, del receptor y de la
sociedad, sólo es cuestión de comunicarnos con los demás como siempre lo
hicimos cuando no había enlaces cibernéticos, es decir, con sentido común.
En este
contexto, lo primero que hemos de mostrar en las redes y en cualquier otra relación
humana es respeto al interlocutor. El respeto es y
ha sido la esencia de la comunicación entre personas, y éste nunca debe
perderse, por más que se desarrolle la tecnología.
En segundo
lugar, correspondencia. Corresponder
con un like, un comentario o
compartiendo el contenido del mensaje que nos interesa o de la persona que
también comparte lo nuestro, es la esencia de las redes, sin la cual dejan
éstas de tener sentido.
Y un tercer
punto, tan importante como los anteriores, es probar
o fundamentar lo que se afirma. Hoy, en las redes, con la mayor facilidad se
acusa sin pruebas y se condena sin
juicios. Esto desvirtúa la comunicación, pero además puede resultar peligroso, porque las leyes contra la amenaza, la difamación y la calumnia siguen vigentes.
Respetar,
corresponder, probar o fundamentar no es tan difícil como parece, y en cambio,
sí mejoraría en mucho el prestigio de las redes sociales y el beneficio para
quienes las utilizan, independientemente de que muestren o no otras virtudes o
conocimientos, como los ortográficos, que desde luego constituyen también un signo
de respeto al lector.
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