Comuneros de Ayotitlán (Imagen de archivo: crónicadesociales.org)
De especial
trascendencia por sus antecedentes históricos y por el futuro de la seguridad
pública en Jalisco y otros estados del país, son las notas periodísticas
publicadas recientemente sobre la probable creación de la Policía Comunitaria
de Ayotitlán, en la Costa Sur del Estado, misma que asumirá su propia defensa en
contra de los delincuentes.
Con el apoyo
de autoridades locales y federales se ha programado para el próximo 11 de
febrero en la cabecera municipal de Cuautitlán de García Barragán, a donde
pertenece dicha comunidad indígena, la reunión que tiene por objeto crear este
organismo de defensa civil.
El hecho es
que ante la incapacidad de los organismos de seguridad pública municipal,
estatal y federal para hacer frente a la alta incidencia de asaltos, secuestros
y homicidios en Ayotitlán, sus mil 500 habitantes resolvieron defenderse por su
cuenta. Los apoyan para este propósito diputados locales, Secretaría de
Seguridad Pública del Estado, Secretaría de la Defensa Nacional, Comisión
Estatal de Derechos Humanos y Universidad de Guadalajara, entre otras
autoridades.
El modelo
que pretenden seguir los ayotitlenses para su Policía Comunitaria es el que ya
se practica en por lo menos seis localidades del Estado de Guerrero, entre
ellas Tecoanapa y Ayutla de los Libres, donde también en los últimos tiempos,
ante la recurrencia de asesinatos, secuestros, extorsiones, cobros de piso y amenazas
contra las familias (delitos impunes en su inmensa mayoría), establecieron sus
propios organismos de seguridad, con el apoyo del Estado y de la Federación.
¿Cuáles son
los antecedentes históricos que existen en México sobre esta modalidad de organización civil contra la delincuencia?
Luego de la
derrota del general Francisco Villa por el Ejército federal en los combates de
Celaya, a partir de 1917 se multiplicaron las Defensas Sociales organizadas en los
pueblos, principalmente del Norte del país, para hacer frente al bandolerismo generado
por la desintegración de las tropas villistas.
El gobierno
de Venustiano Carranza no sólo permitió la organización de las milicias
sociales, sino que las alentó e incluso las apoyó con armas y municiones, a
cambio de que combatieran a los villistas. En casos especiales, por ejemplo,
cuando hubo necesidad de erradicar a las bandas apoderadas de la Zona Huichola,
en el Norte de Jalisco, el Ejército federal se sumó a las Defensas Sociales
para combatirlas.
Estas
Defensas, que incluían a todos los hombres adultos de cada pueblo capaces de
llevar armas, no se desarrollaron en lugares donde el Gobierno tenía control
firme, como en Yucatán, o donde dominaban los revolucionarios, como en el
Morelos zapatista, pero sí se convirtieron en una pesadilla para los bandoleros
que buscaban para ocultarse y operar impunemente las zonas más aisladas o menos
vigiladas.
El resurgimiento
de las ahora llamadas Policías Comunitarias confirma que el Gobierno ha sido
rebasado por la delincuencia en distintas regiones del país, lo que obliga a la
gente a defenderse por sus propios medios. Aprovechar la experiencia histórica
que existe al respecto permitirá a las autoridades apoyarse en la gente para combatir
a los delincuentes y restaurar el Estado de Derecho en esos lugares.
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