Entre 70 y
80 por ciento de las empresas económicas del mundo son familiares, mientras que
en México la cifra se eleva a 90 por ciento. A
su vez, Jalisco encabeza el registro nacional de empresas familiares,
con más de 107 mil, superando incluso a las que operan en el Distrito Federal. La mayoría de estas 107 mil
empresas (70%), se dedican al comercio, lo que habla positivamente de la
vocación comercial de los jaliscienses.
Con tan amplio
cimiento de empresas familiares, Jalisco destaca por su poder económico en el
ámbito nacional, lo que demuestra que estos negocios, lejos de ser un lastre, aportan
altos beneficios.
Sin embargo,
este panorama no es tan halagador como se quisiera, ya que por sus propias características,
la empresa familiar está sujeta a serias dificultades internas y externas, que
son determinantes en su éxito o fracaso.
De acuerdo
con la experiencia, estas unidades de producción manifiestan sus fortalezas
durante la primera etapa, mientras que con el paso del tiempo surgen
debilidades que casi siempre acaban con ellas.
Resulta que
la expectativa de vida de la empresa familiar es de apenas 25 años, ya que sólo
cuatro por ciento de ellas sobreviven a la tercera generación.
La corta
edad que alcanzan estos negocios tiene que ver con la falta de estímulos
oficiales, desde el momento en que resulta un víacrucis abrirlos y sostenerlos
entre tanta traba que el Gobierno impone, pero el gran problema, que ya no es
de gobierno, sino de cultura empresarial, es la falta de continuidad en su
desarrollo.
La empresa
familiar se caracteriza por el paso de su administración de padres a hijos, de
suerte que los nietos pierden con frecuencia la identidad del negocio y lo
dejan caer. En muchos casos ni siquiera hay planes de sucesión.
La solución del problema es capacitar a los
fundadores para que den continuidad a las empresas a través de sus herederos, y
desde luego, que los posibles herederos aprendan a ser empresarios.
En
conclusión, las empresas familiares son fundamentales ante los embates
económicos, pero se requiere apoyo oficial para crearlas y sostenerlas, así
como amplia capacitación a fundadores y herederos, para continuarlas.
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