Es necesario
atacar desde luego los problemas estructurales que provocan la informalidad
comercial, pero como esto sólo funciona a largo plazo, se requieren soluciones
a corto y mediano plazo, que por lo menos frenen o alivien el desorden
existente.
Empecemos
por recordar las causas fundamentales del comercio informal:
La primera
es la falta de oportunidades de empleo en el sector formal, con un salario
remunerador y buenas condiciones de trabajo, sobre todo para los jóvenes.
La segunda es
la complejidad de los trámites burocráticos para abrir una empresa y sus
elevados costos, de suerte que los pequeños emprendedores se ven obligados a
generar su propio empleo en la informalidad.
La tercera
tiene que ver con el bajo poder adquisitivo de la población y sus magros
ingresos laborales, de manera que muchos consumidores se ven también obligados
a adquirir sus artículos de primera necesidad en el comercio informal.
El cuarto
factor se relaciona con la debilidad del Estado de derecho en México, acentuada
por la impunidad, la corrupción y la complicidad de las autoridades en la
aplicación de las leyes que rigen, en este caso, la actividad comercial.
El problema,
como puede advertirse, no es sencillo, pero tampoco insoluble. Lo grave es que
si se pretende resolver por medios violentos, como en ocasiones se ha
intentado, haciendo uso de la fuerza pública para desalojar a los comerciantes
ambulantes de determinados lugares, pueden generarse conflictos sociales y
políticos, porque el comercio informal representa en los hechos una válvula de
escape que previene la ingobernabilidad. De esto se han aprovechado líderes y políticos
que explotan la necesidad de los pequeños emprendedores ofreciéndoles protección
a cambio de dinero y de votos.
Lo cierto es
que la gente tiene derecho a ganarse la vida, y si no puede hacerlo por los
medios formales, no le queda más remedio que recurrir a la informalidad.
Ante
cualquier circunstancia la autoridad está obligada a mantener el orden público,
y si los comerciantes informales se instalan en cualquier lugar en busca de
clientes, afectando con ello derechos de terceros, es necesario reubicarlos,
¿pero en dónde?
En este
caso, como principio de orden, hay que cambiar la idea de que el comerciante
tiene que ir necesariamente en busca del cliente, es decir, al Centro
Histórico, la zona de Obregón, la Avenida Chapultepec, etcétera. Lo importante
es que el cliente vaya a donde está instalado el comerciante. Para ello los
gobiernos municipales deben reubicar a los tianguistas en áreas especiales
dotadas de los necesarios servicios públicos, con toda la promoción y el apoyo
necesario para el éxito de sus negocios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario