Don Rogelio Ramírez Martínez.
Hace 21 años, buscando chivos expiatorios, Pemex pretendió inculpar de las explosiones en el Sector Reforma de
Guadalajara a una fábrica aceitera, pero no contaba con la respuesta inmediata
y categórica del sector privado local. Don Rogelio Ramírez Martínez, entonces
presidente de la Cámara Regional de la Industria de la Transformación
(Careintra) en Jalisco, recuerda lo siguiente:
Ante la magnitud de la tragedia
surgieron de inmediato muchas versiones sobre lo sucedido. Recuerdo con
claridad que algunos funcionarios de Petróleos Mexicanos nos citaron para hacer
una demostración sobre cómo algunos gases combinados con otros productos de
carácter industrial, en conjunto podrían haber provocado esas explosiones, y en efecto, dentro de esa demostración hicieron un estallido bárbaro para
convencernos de su dicho.
De momento impactó eso, pero nosotros
conocíamos el fondo, la realidad, porque la respuesta era sumamente sencilla:
si olía a gasolina, había gasolina, tan sencillo como eso. Si no se puso la
debida atención a las quejas que había días atrás, de que la gasolina salía
inclusive por las alcantarillas y los baños de las casas, la verdad es que uno
entendía lo que pasaba: definitivamente, el problema era de Petróleos
Mexicanos.
La imagen de Pemex, en primer lugar
Ahora bien, a México no le convenía
por ningún motivo hacer sentir a la opinión pública mundial que no era capaz de
manejar los hidrocarburos; por eso buscaban salidas. Recuerdo perfectamente que
cuando mencionaron en una de las juntas a una fábrica de aceites, que pudo
haber sido causante de esa tragedia, entonces yo tomé la palabra y les dije:
Si van por ese lado, buscando chivos
expiatorios con los industriales, ¡Cuidado!, párenle ahí, porque habrá muchas
cosas qué decir en ese sentido. Con los industriales no se metan, les dije
categóricamente, y esto fue útil porque luego buscaron otras alternativas,
otros pretextos.
Responsabilidad nunca aceptada
Es más, tan fue evidente la culpa de
Pemex, que este señor Rojas, que sigue ocupando altos puestos en el Gobierno,
nunca asomó las narices por Guadalajara porque sabía de la enorme indignación
local en ese sentido. Pero luego buscaron otros chivos expiatorios, creo que
fueron siete, y pronto quedaron sólo dos o tres, entre ellos los ingenieros
Enrique Dau Flores y Aristeo Mejía Durán, que fueron a dar a la cárcel.
¿Cuál fue la situación real?, que no
hubo la previsión necesaria, y en un momento dado se encontraron en el drenaje
dos elementos, el agua residual y la gasolina; entonces hubo ahí una
ionización, un desgaste natural y sucedió la desgracia. Ahí es donde yo siento
que toda la responsabilidad fue de Pemex, y esto nunca se aceptó como tal.
Fuente:
Rogelio Hugo Ramírez Martínez. Abriendo
Brechas. Memorias (2010).
Imagen de
archivo.
Saludos cordiales de parte de ALVARO LOPEZ
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