Mural a la entrada del recinto legislativo del Congreso del Estado.
Sin
precedente histórico la corrupción y el desprestigio del Congreso del Estado de
Jalisco, convertido durante las dos últimas legislaturas en botín de gandallas.
Tal es el desorden imperante que los nuevos diputados no hallan la manera de
corregirlo y seguramente no la encontrarán si, igual que sus antecesores,
continúan siendo incondicionales de sus respectivos partidos y no de la gente
que los eligió en las urnas.
Lo que
sucede en el Congreso local no es más que una muestra del ruinoso estado en que
se encuentra la moral pública en México.
Entre las
muchas definiciones de moral pública, todas ellas coincidentes, figura la
siguiente: Conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible tanto a
la comunidad como a cada uno de sus miembros el logro más fácil de su propia
perfección.
A través de
su historia, México ha tenido notables altibajos en su moral pública. Los
niveles más altos se alcanzaron obviamente en las épocas correspondientes a los
tres grandes movimientos sociales que dieron perfil a la nación: Independencia
en 1810, Reforma en 1857 y Revolución en 1910.
En este
momento nuestro país atraviesa por uno de sus más bajos niveles de moral
pública de su historia, ¿por qué?, porque no hay congruencia entre lo que
postulan los políticos y lo que en realidad hacen, todo lo contrario a lo que
ocurría en las épocas de referencia.
Hay un
abismo entre los lemas de los partidos políticos del país y lo que éstos
ejecutan a través de los congresos federal y locales, en los ayuntamientos y en
otras muchas esferas del gobierno, donde impera la corrupción, la injusticia y
la impunidad.
En el caso
del PRI, su lema es “Democracia y justicia social”, ¿pero sus legisladores en
México y en Jalisco han sido realmente respetuosos de este principio al aprobar
una Reforma Laboral contraria a la transparencia y democracia sindical, además
de mantener hundido en la peor corrupción de su historia al Congreso del Estado?
A su vez, el
PAN dice luchar “Por una patria ordenada y generosa”, ¿pero deveras creen los
legisladores panistas federales y locales que han promovido el orden y progreso
de la República con su voluble actuación en las Cámaras y la pasividad
demostrada ante graves casos de corrupción e ineficiencia en distintas
dependencias?
Por su
parte, el PRD postula “Democracia ya, patria para todos”. Si bien sus
legisladores respaldaron la iniciativa de democracia sindical en el Congreso federal, ¿qué
han hecho para dignificar el Congreso de Jalisco?, ¿no son acaso promotores y
cómplices del beneficio personal que ahí impera?, ¿a eso le llaman patria para
todos?
Flota en el
ambiente la urgencia de una nueva revolución, una revolución moral que genere
cambios fundamentales en la vida pública, donde la democracia sea efectiva en
todos los ámbitos, que en realidad impere la justicia y el orden y que la
patria sea verdaderamente generosa para todos, no sólo para unos cuantos
gandallas.